Mussolini había promulgado las leyes raciales fascistas.
Los judíos ya no eran más considerados ciudadanos italianos.
Tampoco podían trabajar en instituciones públicas y las empresas debían despedir a sus empleados judíos.
Habían pasado a ser personas no gratas.
Muchas personas consiguieron documentos falsos, otras se ocultaron y otras tantas escaparon.
Estas medidas inesperadas dieron lugar a acciones desesperadas.
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